El sufrimiento es inherente a nuestras vidas, es algo real, algo que podemos sentir. Sin embargo, lo que a menudo puede no resultar muy claro, es su origen.
A pesar de nuestros esfuerzos, esta causa puede permanecer oculta y el dolor puede encontrar muchas formas de expresarse:
- Depresión
- Duelo migratorio
- Angustia
- Trastornos de la alimentación
- Problemas de pareja
- Problemas de rendimiento escolar y laboral, entre otros.
Una manera de darle sentido a este sufrimiento es a través de la palabra y la escucha, elementos fundamentales de la técnica en la terapia psicoanalítica, ya que ambos permiten la exploración del mundo consciente, así como del mundo inconsciente del paciente.
Pero, ¿qué sucede cuando tenemos que hablar de nuestro sufrimiento en un país ajeno, en un idioma distinto y con alguien que no está familiarizado con nuestros códigos?
Definitivamente no hay palabra con mayor capacidad para expresar lo que sucede en nuestra alma, que la proveniente de la lengua materna. Una lengua impregnada de cultura, recuerdos, sabores, de familia, de amigos, de códigos que sólo aquellos que la comparten logran entender.
Este espacio terapéutico ofrece al paciente hispanohablante un tratamiento individual, en un entorno adecuado para compartir con la terapeuta el malestar que le aqueja, con la finalidad central de ir descubriendo, explicando, así como de obtener mayor comprensión y nuevo conocimiento de su mundo interno.
Este descubrir que solamente se da en un espacio confiable, confidencial y culturalmente empático, permitirá ir creando, junto con la terapeuta, nuevos caminos posibles para la vida del paciente.